Se utiliza la toxina botulínica para relajar los músculos faciales y prevenir así la formación de arrugas, suavizar las existentes y aportar una expresión más relajada al rostro.
La técnica consiste en la infiltración mediante una aguja extrafina de la toxina en el músculo de la zona que se desea tratar, produciendo su relajación e inhibiendo el movimiento del mismo. De ahí que su aplicación fundamental en estética sea el tratamiento de las arrugas de expresión, en la frente y el contorno de los ojos (“patas de gallo”). Aunque también se aplica con éxito para tratar el bruxismo y la hiperhidrosis.
En el caso del bruximo, se inyecta la toxina en el músculo masetero para paralizarlo, de manera que no pueda contraerse en exceso durante la noche. De esta forma se consigue un alivio del dolor muy significativo en una única sesión.
En el caso de la hiperidrosis, se inyecta la toxina a nivel superficial en axilas, manos o pies, para detener la secreción de las glándulas sudoríparas. Antes del procedimiento, realizamos el test de Minor, para localizar las zonas de mayor sudoración y para poder aplicar la toxina de forma selectiva y con mejores resultados.
La aplicación de bótox se puede efectuar en cualquier época del año y es prácticamente indolora. Sus efectos son inmediatos y se prolongan durante meses. No suele tener contraindicaciones y raramente produce efectos adversos, por lo que es uno de los tratamientos de rejuvenecimiento más solicitado en la actualidad.
Primera evaluación y diagnóstico gratuitos, sin compromiso
Este es un programa unisex, mínimamente invasivo y con resultados visibles pero naturales, cuyos beneficios se potencian con la aplicación en casa de nutricosmética.