Yo los sufrí durante bastantes años, sobre todo hacia la mitad del verano. Pero hoy consigo mantener a raya estos efectos y tener una piel luminosa y bonita durante el verano. Te cuento los 3 hábitos que a mí me han funcionado:

1º. Hacerme un tratamiento intensivo exfoliante e hidratante profesional en cabina y dejar la piel a punto antes de empezar a ir a la playa o la piscina. ¡Nunca me lo salto! Es el complemento ideal a la rutina diaria “de verano” en casa, que incluye limpieza, exfoliación, hidratación y protección solar; porque nuestra piel cambia y tiene diferentes necesidades según cada época del año.

2º. Llevar una dieta rica en frutas y verduras frescas, beber suficiente agua y reducir o eliminar los tóxicos y los procesados. De esta forma, mi piel elimina mejor las toxinas e incrementa su capacidad de regeneración del colágeno y la elastina.

Como soy bastante blanca y tiendo a quemarme las primeras exposiciones solares, me ayudo también de nutricosmética prémium para aumentar las defensas de mi piel y conseguir un bronceado más dorado y duradero.

Y 3º. Manejar el estrés y encontrar momentos de calma, porque sino mi piel se vuelve opaca y se ve cansada. A otras personas la ansiedad les provoca enrojecimiento y sensibilidad, cada piel se comporta de una forma diferente, pero —sea como sea— siempre reacciona y es necesario un cambio en la rutina cosmética habitual, para evitar que surjan impurezas o irritaciones.

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Gracias por leerme y ¡cuídate mucho! (recuerda que nadie puede hacerlo tan bien como tú ).

Un abrazo,