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Hace unos días fui a hacerme la ecografía de las 20 semanas. Es una ecografía súper importante porque, por primera vez, analizan con detalle el feto para comprobar si se está desarrollando con normalidad… ¡y también es cuando te dicen con certeza su sexo!
En la ecografía de las 12 semanas nos habían dicho que parecía una niña, pero que aún era muy pronto para afirmarlo y podían equivocarse. ¡Pero a mí todo me hacía pensar que sí lo era! Además, otras mamás me decían “tienes barriga redonda, eso es de niña”, o “¿te duele la cabeza? eso es de niña”… así que, conforme iban pasando las semanas, yo me iba haciendo a la idea de que —en efecto— era una niña… Imagínate la sorpresa cuando el ginecólogo dijo “¡es un niño!”.
En ese momento fue un shock, la verdad. Pero el bebé estaba perfecto. El médico nos dio la enhorabuena y añadió algo que me llegó muy dentro: que debíamos estar felices porque a veces —en esta ecografía— tenía que dar malas noticias. Después recorrió con el ecógrafo todo su cuerpecito; le vimos la carita, las manos, los brazos, los pies… y nos emocionamos un montón, claro. ¡Todo estaba bien! ¡La mitad del partido ya estaba ganado! Lo del “sexo inesperado” acabó siendo solo una anécdota graciosa que nos hizo reflexionar sobre cómo las expectativas y el entorno afectan a nuestros pensamientos y acciones.
Nuestro “pequeñín” mide ya 29 centímetros y pesa 478 gramos. Si lo comparamos con el tamaño de un animal, sería como un gatito. ¡Una monada! Cada día noto cómo mi barriga va creciendo y expandiéndose hacia arriba. Ya se nota perfectamente que estoy embarazada. Y me encanta.
El mes pasado sentí las primeras patadas “de verdad”, intensas y seguidas. Estaba en Madrid, en un curso de crecimiento empresarial intensivo muy dinámico y divertido, y las patadas fueron justo cuando nos pusieron música de baile para elevar nuestra energía. Allí estaba yo, rodeada de 1000 personas bailando, y fue como si desaparecieran… porque todos mis sentidos estaban enfocados en aquella sensación tan nueva y extraña. Ahora me da patadas constantemente y es un placer para mí sentirlas. Ya veremos si digo lo mismo cuando vaya creciendo…
Por lo demás, me encuentro mucho más vital. La llegada del frío me ha venido muy bien. Estoy tranquila, disfrutando el proceso, dejándome llevar por lo que me pide el cuerpo y permitiéndome más horas de descanso y sueño. Sigo con mis cuidados específicos utilizando la crema R-Estría para prevenir las estrías y la crema Dermo-RL Corps para nutrir la piel de todo el cuerpo en general; así me aseguro de que esté hidratada, elástica y flexible.
Además, estoy usando unas medias de compresión especiales para el embarazo (a la venta en la clínica) que me están ayudando a mejorar la circulación, reducir la pesadez de piernas y evitar las posibles varices derivadas del aumento de sangre en el cuerpo durante la gestación.
En cuanto al rostro, la piel se me había vuelto más sensible últimamente, incluso me habían salido rojeces en las mejillas. Pero rápidamente le puse remedio en la clínica con tratamientos de Oxigénesis y añadiendo a mi rutina diaria el suero Biosensible de Biologique Recherche. En un par de días estaba completamente controlado. ¡Una maravilla!
Y, por cierto, si te estás preguntando qué nombre le vamos a poner al bebé: no lo hemos elegido aún. Vamos poco a poco, porque todavía falta mucho para poder tenerlo en nuestros brazos…
Gracias por leerme y ¡cuídate mucho! (recuerda que nadie puede hacerlo tan bien como tú ).
Un abrazo,
DIRECTORA DE EVOLUTION CLINIC